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Año santo Jubilar 2025

El jubileo es un año santo celebrado como un sábado de años (Lv 25).
Es el descanso por la creación y la liberación (Ex 20, Dt 5).
La verdadera recreación y liberación la hace Jesús con su Resurrección.
Él anuncia este año de misericordia para nosotros (Lc 4).

Falta – Reconciliación – Indulgencia

El sacramento de la Reconciliación puede asemejarse con nuestro pedido de disculpa ante una falta, se parece al perdón recibido tras aceptar nuestra responsabilidad por una rotura.

La Indulgencia podría asemejarse como la reparación de esa rotura. Si bien hay reparación que debemos hacer en este mundo, siempre quedará por reparar después de esta vida. Con el regalo de la Indulgencia ya podemos pagar por nosotros u otros.

Reconciliación

La Reconciliación debe ser Sincera, Humilde, Completa, Breve y Prudente.
Podemos acercarnos antes de la misa en la semana. También en las ocasiones de liturgia penitencial.

Cómo ganar el tesoro de las indulgencias

  1. Se debe recibir la absolución por el sacramento de la Reconciliación.
  2. Recibir la Eucaristía.
  3. Realizar la Obra de Indulgencia. Entre las previstas para este año son: visitar templos Jubilares, hacer obras de misericordia corporales, participar de encuentros y misiones, participar en jornadas espirituales (peregrinaciones, retiros, encuentros).
  4. Rezar por el Papa: Credo, Padrenuestro y Avemaría.

Otras obras de Indulgencia que podemos hacer en nuestra parroquia

*Una hora de adoración eucarística en la Capilla de Adoración Perpetua “Padre Pio”. Podes también tomar una hora fija.
*Con el rezo del Santo Rosario en la comunidad, previo a la misa.

Catequesis breve jubilar:

El descanso celebra a Dios creador.

El año santo jubilar era un año especial para Israel. En el capítulo 25 del Levítico, tercer libro de la Biblia, Dios ordenaba un año jubilar después de mandar que se guardase el año sabático. Por eso, en la mente de Dios, estas fiestas se entendían bajo la ley del descanso. ¿Pero, por qué Dios mandaba que se descanse? En el Éxodo, segundo libro de la Escritura, encontramos una explicación del descanso sabático: allí se dice que en seis días Dios creo todas las cosas y el séptimo descansó (Ex 20). Ningún trabajo debía ser hecho ya que el hombre tenía que contemplar en ese día la Creación y celebrar la bondad del Señor. No olvidemos que Jesús lleva a término la Creación volviendo a hacer todas las cosas por su Resurrección. Al resucitar el Señor Jesús esta “creando” bienes espirituales para nosotros. Así, Jesús nos lleva del sábado del Antiguo Testamento al Domingo de la nueva y definitiva Alianza. El mismo cambio de día de descanso parece significar que hay algo más. El Domingo es también una especie de Jubileo semanal, donde celebramos la Creación del Génesis y la Re-creación de Jesús. En este año Jubilar se nos invita a dedicarnos a celebrar las maravillas hechas por Dios.

El descanso celebra a Dios liberador.

Ya hemos visto que el año jubilar era un año sabático especial. Un año donde el descanso del sábado era celebrado de forma intensa. Ese descanso era mandado por Dios. En el libro del Deuteronomio, quinto libro de la Biblia, encontramos otro motivo del descanso: se ordenaba cumplirlo para recordar que en ese día Israel había sido liberado de la esclavitud de Egipto (Dt 5). Seguramente por eso el año santo Jubilar tiene leyes que tratan acerca de la liberación y la restitución (Lv 25). Devolver la tierra a los dueños originales y dar la libertad a los presos son leyes relacionadas con el mandato de celebrar la liberación del sábado. Estas leyes sociales mantenían vivo en Israel la conciencia de pueblo liberado y rescatado. Pero Jesús es el verdadero liberador. No celebramos solo la acción de Dios por los pobres y excluidos en la memoria de un pueblo liberado. Celebramos la acción en favor del pecador que se completa en la liberación de Jesucristo. Con su muerte y resurrección nos ha liberado del pecado y de la muerte. El año santo jubilar nos invita a celebrar la verdadera liberación del hombre.

Jesús, nuestra esperanza.

El año santo jubilar era una celebración importante en el antiguo Testamento. Cada cincuenta años se vivía de forma especial la libración del Señor y su dominio sobre todas las cosas. El descanso y la liberación quizá se celebrarían como un deseo más que como una realidad. Tristemente, el pueblo de Dios estuvo la mayor parte de su historia dominado por poderosos imperios y sometido a difíciles pruebas.

Cuando Jesucristo se presenta como liberador, con sus palabras y obras liberadoras se renueva el deseo del pueblo de Dios. Pero la liberación de Jesús no se redujo a curar y salvar a sus contemporáneos. Ha salvado al hombre, a todo hombre. Lo ha salvado de los mayores males, lo ha salvado de la muerte y del pecado. En este año jubilar, la Iglesia con distintos gestos y acciones celebrará esta liberación cristiana. Como el sábado es para el hombre, así el jubileo también es para el hombre, no al revés. Este jubileo queremos vivirlo como la una celebración de la acción de Jesús, para que el hombre viva la libertad dada en Jesús.

Jesús nos libera en sus sacramentos.

La liberación de Cristo no está cerrada. No se reduce solamente a los ciegos, paralíticos y lisiados curados por él en su vida pública. La liberación de Cristo es más profunda. Él clavó en la cruz la sentencia fijada contra nosotros (Col 2,14). Por sus heridas fuimos sanados (Is 53,5). Nosotros confesamos que él se llama nuestro redentor, nuestro liberador. Con su muerte nos ha salvado porque Dios no nos trata conforme a nuestras culpas. Dios Padre ha entregado a su propio hijo por nuestra salvación.

La liberación de Cristo se extiende a todo hombre y se extiende en el tiempo. Después de resucitado se aparece a sus apóstoles y sopla sobre ellos el Espíritu Santo diciendo: a quienes perdonen los pecados quedarán perdonados (Jn20,22-23). Desde ese momento confesamos que Jesús sigue liberándonos gracias a su Espíritu. Él sigue soplando sobre nosotros su perdón. Él nos perdona los pecados por sus ministros. Él lo ha dicho: quien los recibe a ustedes, sus ministros, me recibe a mí (Mt 10,40).

Jesús nos libera con las indulgencias

La liberación de Cristo no se reduce tampoco al perdón de las culpas. Él nos libera de la culpa, pero también nos libera de las deudas. El amor de Dios manifestado en Jesús nos perdona de nuestros pecados por el sacramento de la Reconciliación. Pero también el amor de Dios nos ofrece la posibilidad de pagar anticipadamente las deudas de nuestros pecados por el regalo de las Indulgencias. No hay que esperar al purgatorio para pagar las deudas.

Así como quien rompe algo por maldad debe pedir perdón al dueño y comprometerse a reparar la deuda, así también Dios nos perdona por el sacramento de la Reconciliación y nos da el tesoro de la Indulgencia para tener con qué reparar las deudas.

Y este tesoro se debe buscar, está disponible pero requiere unos pasos para llegar a él. Básicamente se obtiene por una obra buena en comunión perfecta con Dios y con su Iglesia (Reconciliación cercana, Comunión, Oración por el Papa).

La obra buena la determinan el Papa y los obispos, y son varias las posibilidades, no solo en este año. Siempre podemos ganar Indulgencias. Una hora de adoración en la capilla, el rosario comunitario antes de la misa, son obras fáciles para ganar este tesoro.

En este año jubilar celebremos efectivamente la liberación del Señor, su amor por nosotros nos redime, nos salva, de las culpas y de las deudas.

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